El mundo de Pinocho es más real que el mundo real. Por Sergio Pinto Briones
Blasfema el origen que imita el mito. El infante de madera que evoca el sonido de la especie nueva. Pinocho, niño Frankenstein despierta en la noche mientras el artista duerme y construye su obra con el peso de la sobrehumana relación entre la parte y el todo, entre el acontecimiento y el destino.
Rubén Fuentes Fuertes no claudica, y se hace el dormido mientras su engendro trabaja con la luz secuestrada, mirándose al espejo con el exceso de autoretratos de madera, manchas, dibujos, recortes de todo tipo de materiales que son arrastrados por una caída a la cima donde la ficción se pone en juego porque arriesga desaparecer cada vez que se afirma.
Es esta la condición en que germina la obra de Fuentes Fuertes, condición existencial en relación con lo puramente posible, porque está encarnada en una imagen iconográfica mundial que por un lado es testimonio de su trabajo que huye de clasificaciones y por otro, símbolo de una época, desgarrada por la potencia generativa del arquetipo.
Sergio Pinto Briones
Poeta Visual