Entre la canción del pordiosero y país de perro negro. Por Ender Rodríguez
Sobre la poética del venezolano Luis José Oropeza (L.J.O.).
“Ando como si nada,
para acosar el tiempo
sueno la trompeta de la maldición…”
L.J.O
Decía el poeta Caopulicán Ovalles: “Pienso (para mí) / que el estar mal / es un sexto sentido”. Recuerdo al poeta Oropeza (L.J.O.) junto a Antonio Mora y a otros “desadaptados de las letras”, andar por allí promoviendo sin pena ajena el ejercicio de escribir cuando yo apenas tenía catorce. En esa época, no solía escribir sino ladrar, en las colinas donde pululaban los coyotes. Mi padre escribía para esconder sus delirios entre el papel carbón y las latas de cerveza no tomadas. Yo le miraba y pensaba en moscas humeantes y caracolas con rayos láser, mientras él tramaba algo perdiendo su tiempo ante las hojas arrugadas de la sala. Nací en el 72 y Oropeza ya había escrito en el 74: “Y hablo conmigo mismo”. La “Canción del pordiosero” fue su libro del 87, y trata sobre los lenguajes de la calle ardiendo, el hambre y los infortunios del amor y la locura de nuestras sociedades, además de ratas y otras cosas. En el 98, escribe el poeta “Espérame en Peribeca a ritmo de rock” y dice así la entonada: “Eres bella / flor y mujer después / de cuatro cervezas … / labio amanecido / donde Dios escribe / en Sol su melodía”. Encontré una vez un poema de este autor, en un viejo libro y éste me estranguló de momento la mollera. Era como leer un presagio post-apocalíptico que recalcaba en los sesos su piedra-revolver: “…El universo se deshace … y tú te has desplomado…”. No soy crítico literario nada, pero debo hacer notar que otros poetas tachirenses en nuestra Venezuela tan convulsionada, nos han traído collares embrujados a los iniciantes del festín de la palabra. Recuerdo a Ernesto Román y al mismo Antonio Mora con sus ficciones de Acirema, y sus sublimes anti-poemas del descaro. Llega a mi memoria la hermosa poeta Elsa Sanguino y sus pinturas escritas. Hay por supuesto más escritores por nombrar, pero volveremos a L.J.O.
Pensando en una parte de mi infancia escribí hace varios años: “Las violencias de mi padre / eran mi jarabe para la tos / mientras mamá deliraba / en su mazmorra azul”. Como vemos, la poesía nos libera del dolor o la ira a veces; y en otros casos nos mata el tiempo y la capacidad –“en glocalidad”- para ganar algo de dinero y mal comer estrés. Escribir este texto es como homenajear a tanta gente que nos destajó la sien con verbos desnudos, amarrados a las tripas de un sustantivo genial hirviendo -a punto de volcanes y oseznos-. La poesía nos amamanta o nos aguijona el olvido y parafraseo ahora al “Chino” Valera Mora, quien se abraza a la poesía como quien celebra su boda con un cuchillo.
El libro “País de perro negro” de L.J.O. Resultó ser una especie de “guerrilla nihilista” de sátira y gozón. Unos cuantos en las plataformas culturales del poder se molestaron, pero debían decirse unas cuántas cosas y Oropeza se las vomitó al destierro del momento en 2010. Para apoyar al “poeta que habla sobre el dios de la policía y quien cambia sangre por ceniza” le escribí hace 10 años para el periódico regional La Nación, un texto denominado “Rastrillando el fuego con cal en un país de perro negro”. Me dije a mí mismo: ¿Y cómo no amar nuestra animalidad con quejidos del deshuesadero? Dice por otro lado, el poeta Pablo Mora que somos mamíferos que se abotonan, sudan, almuerzan y se masturban. Pues bien, sobre el libro podremos encontrar como uno de sus poemas más rudos el que habla de los viejos verdes y los político-partidistas” del desdén. Y recalca J.L.O: “País de perro negro donde esconden la cola los cobardes”. Nos dejan igualmente alivianados estos versos:
“Ayer bajé de mi primer árbol
traje las flores
y el aroma lo vertí en el río,
y todos ahora
bajan de su árbol.
Ya como homo sapiens
llegó el odio y lo retuve
-entre mis huesos como una mancha-
y desde entonces
ando buscando un blanqueador”
Para cerrar la boca y abrir el alma de un bostezo, dejo estos últimos trabajos más recientes de Oropeza (L.J.O.) y que se asoman algo más a los “haikús”, a la poesía breve o a los aforismos de alguna manera: “Un poeta / suicida / se lanza / hasta el final / del verso”. “Ese / poeta / es un tiro / al piso / no deja / un verso / vivo”. “En / la punta / del verso / el poeta se desnuda”.
Celebro y me canto, vociferando alcoholes de diapasón, a las viejas generaciones de la palabra y a las nuevas que representan tantas iniciativas de escritores que van hasta el más allá de los versos, y hacen incluso poesía visual, performances e instalaciones. Existe un nuevo tiempo para derruir tantas “rimas naufragas” y des-escribir experimentando la alberca de neo/literaturas de pléyades y jaurías de oruga -no tan post-modernas-. He aquí un laberinto por lamer desde las heridas que nos hacen también gozar de delirio.
“El Dios de la policía
Es lo hermoso de allá arriba
¡Subid al cielo!
La celda está en el paraíso
Orad con el rolo a la cintura
Y el pueblo amará a vuestro Dios
Entregará su alma al Copmandante
Y donará su cuerpo a la petrolera
Y vosotros estaréis contentos
Sacerdotes del régimen
Reclutad nuevos adeptos
Más no me encontrarán
Porque no soy”
L.J.O.
Como cierre nombro ahora, a algunos otros poetas de nuestra región literaria, el Táchira. Pues, hablar de autores regionales es hablar de iniciativas muy interesantes en su momento como la “Cueva picto-lírica”, el grupo literario “Voz y Rima” y el Taller “Zaranda” entre otros; hablar de más poetas es nombrar a Ana Rosa Angarita, Amarú Vanegas, Homero Parra, los “Hijos del Lápiz”, Jesús Montoya, Leonardo Bustamante, Alejo Vivas, Rogelio Aguirre, Luis Glod, Annie Vásquez (AVE), Osvaldo Barreto (Oscuraldo), José Antonio Sánchez (Hecho-arte) y el grupo TIPO (Taller Iconoclasta de Poesía), entre muchos más, confluyendo poesía escrita con visual, performance, instalaciones y demás experimentos de visualidad pluri-versa. El joven Josué Calderón y oros amigos se intentar agrupar en la “poesía experimental” renovada y la posible “acción de calle”. Igualmente la labor de “Púrpura Poesía” y su “Trueque de Libros” ha sido muy valiosa en nuestra región explosiva del re-crear y del decir. Debemos destacar las presentaciones y grabaciones alternativas del grupo “Cachivaches + Negras Song” llevando a escena y produciendo al ritmo de rock poemas como “El Hombre” de Manuel Felipe Rugeles o “Piedra contra las vitrinas” de Antonio Mora y además de otros poetas como Pablo Mora (disponibles en el Soundcloud de esta agrupación). Porfirio Parada ha creado toda una ventana con sus registros y entrevistas a escritores y personajes tachirenses en “Cuestiones de Lectura” para ver desde Youtube. La Editorial “Zócalo Editores” realiza una valiosa labor de publicación en estos días difíciles.
Como vemos, hay mucho por destacar y hay que seguir en estas sendas desbordadas de la creación a pesar del coronavirus y la angustia mundial del absurdo y tanta muerte cuando juega a los dados con nosotros. Nos deja el poeta Oropeza como papagayo este fragmento mientras hago de esta forma mi tributo a su necesaria y voraz literatura: “Si estás muerto te desnudan / si ellos mueren tú desnudas … / es un círculo vicioso … / Un día será el Fénix / quien un día bajará / y desnudará / a los que un día desnudaron…”
Ender Rodríguez
www.enderodrigueznomeempoeme.blogspot.com
Biografía Luís José Oropeza:
Caracas, Venezuela, 1946. Libros: «Y hablo conmigo mismo» (poemas 1974); «Donde nadie te nombra» (poemas 1975); «Opuscular de sangre» (poemas 1976); «La angustia de otros días» (poemas 1981); «Canción del pordiosero» (1987); «Conversaciones con encaje» (conversaciones 1993); «Nocturnidad» (poemas 1994); «Espérame en Peribeca en ritmo de rock» (poemas 1999); «A veces el mar» (poemas 2000). En 1992 obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Poesía de la Dirección de Cultura y Bellas Artes del estado Táchira con el poemario «El pozo de los sueños». Obtuvo menciones especiales de Honor en diversos eventos literarios. Obra suya aparece publicada en diarios como El Nacional y revistas como Imagen, en Venezuela, y en revistas literarias digitales. Ha sido directivo de la Asociación de Escritores del Táchira AET y ha promovido literatura en la región desde hace décadas.