Poesía

Tantra. Por Nicolás López Pérez

Sé que hay cierto error en mi camino, dejaré atrás lo que soy si lo soy

Domingo de Ramos

Y me paso la mañana escuchando la misma canción. Esa. En el coro dice, para esta lengua: las palabras no me vienen fácil. Es la idea que me revuelve, centrifuga y que orbita en este des/paisaje de estaciones. He llegado a la introducción de que yo sigo siendo yo. He pasado de una primavera debajo de los trópicos a su opuesto entre las ruinas y los relámpagos. La escritura, a tientas, quedó como espuma en la costa del tirreno. Y no se evaporó, sino que se volvió tierra. Al pasar, hizo vista gorda de la realidad como un tipo sumido en su cuaderno al centro de una cafetería. El tiempo ya no es el tiempo. Tanto así que las brújulas ya no miran en las brújulas. Solo deambula el intento de anudarse en la textura del gusto como suspensión. O la chance de saborear lo que menos desconocí en mi inquietud: el poema.

Nápoles, otoño 2021

Des/paisaje, penúltimo (primer) poema

*

Sigo aquí entre pocas palabras
esperando una señal 
entre la espesa bruma
Para desenfundar el coraje
sostengo el cadáver de un árbol
con una mano 
Empuño el estilete
con la otra
Mientras un barco termina de irse
tirreno adentro
Y se lleva esos ojos
de olvido
pendiente
El mascarón me deja en tierra
y de una vez por todas
desaparece
Para mi corazón a tientas
el oleaje ya es otro
Respiro
Conozco el sueño de ese barco
y renuncio a él
Su partida
es
tal vez
la señal 
Entre la espesa bruma
ya disipada 
entre pocas palabras
O tan solo un mascarón
con ojos
felizmente
ya olvidados

Des/paisaje, primer (segundo) poema

*

Las palabras que más usé ya no están
Todo un diccionario se balancea en la punta de mi lengua
Hormiguea que hormiguea, dibuja círculos perfectos
No va a ningún lugar y señala la dirección a casa
Un poema que no llegué a escribir
Soñó con Praga embriagado de escombros y mapas mudos
Soñó con Roma que apenas olió por la poesía de Pasolini
Un poema que no llegué a escribir no llegó a mí 
Mejor así, un cambio de táctica y a otra vaina
Las palabras en gestación fracasaron en una y otra página
Soñaron con causar estragos a nivel hormonal 
Un poema con demasiada o poca testosterona 
Un poema del cuerpo al son del vibrato en mi cabeza 
O un poema de la mente al son de las ondas cerebrales 
El tableteo de la máquina de escribir le cremó las alas
El poema no llegó a ejecutar la majestuosidad del vuelo 
El poema fue insignificante: las aguas cubrieron la tierra que pisó
El poema se hundió y murió antes de nacer 
Un poema nonato es un poema y no 
En esta noche de viento y nevazón 
El diagnóstico pasa por palabras que faltan 
Las que más usé y me usaron
Hasta que mi lengua dejó de sudar
El resto ha sido sequía
Un silencio espléndido
Ya no sé de ninguna forma mejor

Des/paisaje, segundo (quinto) poema

*

No siempre existe algo que nos salva de un destino
Ni todo ni nada se decide en un instante
Sino un proceso de la historia propia
En otra historia mayor

Ignorada, luego pisoteada y escupida
Pensando en que nadie leyó a Freud
Con certeza: un análisis tergiversado
La ignorancia alrededor de una fogata
Y los cantos de sirena dicen: rompe con tu pasado

Cuando Edipo se dio cuenta de sus actos
En efecto, el brutal parricidio
Y la penetración de su cuna
Hasta eyacular dentro de su madre
Se arrancó los ojos con sus propias manos

Y la opinión pública de ayer y hoy, especialmente
Una caterva ilustrada con patente de corso dice
Como lorito, una y otra vez:
Matar al padre, mataron al padre, mata a tu padre

No he visto a nadie arrancándose los ojos
Sino festejando esas noches en el lecho materno
Apilando botellas vacías y colillas de pucho
Se celebra el incesto, se profana el origen 
Se celebran a todas las Antígonas que vienen a morir

Es probable que no siempre exista algo que nos salve 
La decisión no pasa por un solo instante
Sino un proceso de la historia propia
En otra historia mayor, de los otros
Los semejantes, los diferentes
Los que obraron bien, mal
No es que las reglas del juego cambian
No es que juguemos a policías y ladrones
O a rey muerto, rey puesto

Se es parte de una historia mayor
Renunciar no es una solución
Es posible irse como Lot
Sin mirar atrás, bajando periscopio
Entre la memoria y el olvido
Digamos: la progresión natural del exilio

Des/paisaje, tercer (tercer) poema

*

(A Mark Fisher, un pedacito de poética aceleracionista)

Ante la palabra “último” 
su versión femenina
o sus plurales
no hay alternativas.

Es más fácil imaginarse 
la muerte del poema 
o de la poesía
que los últimos poemas  
de un poeta.

Y la muerte no va de la mano
con lo último,
ese lugar posterior
a todo lo que precede.

La poesía y el poema mueren
cualquiera sea el orden.
Mueren
ambos juntos
o cada uno por su santo.

El poeta ante el adjetivo “último”
no se disloca
sino todo lo contrario.

Cuando se dicen “últimos poemas”
¿se agotó la fuente?
¿Se murió el poeta?
¿O tan solo son los poemas más recientes?

El final es una máquina de sueños.
Se sueña que la poesía llegó a su fin.
Se sueña que no habrá más poemas.

El final es la tentación a dejarlo todo
Cerrar la puerta por fuera y desistir.
Hacer poesía ya no es jauja. Es gravedad.
Un salvavidas de plomo. Mira cómo te hundes.

Des/paisaje, segundo (primer) poema

*

Este lugar es demasiado pequeño para una historia
dentro de otra historia. No es momento para 
hablar de los hermocópidas ni de los iconoclastas. 
Tampoco dedicar unos versos a una persona ausente. 

No quisiera que este poema sea como un poema 
de Frank O’Hara o uno que sea latosamente 
complejo. No es tiempo para estudiar la historia
del desmembramiento de algunas estatuas en Italia.

Se dijo en el Telegiornale de la Rai que un hombre de 40
y tantos fue detenido flagrante esta madrugada. La policía
declaró que este hombre estaba mutilando estatuas. 
El resultado: manos, cabezas, dedos, narices faltantes. 

El patrimonio florentino recibió un duro golpe esta mañana. 
El turismo también. El narrador se vio conmovido 
por una escultura decapitada y sin brazos. La belleza 
le ayudó a llenar el horror al vacío sin expresión.
Como una sonrisa oculta tras una mascarilla quirúrgica.

No había ojos que miraran al narrador. Ni manos 
que lo tocaran otra vez. Entre ruinas, se dijo
es tiempo de cambiar mi vida. Más allá de 
las combinaciones posibles en este ensayo de lugar.

Des/paisaje, sexto (cuarto) poema

*

(A las memorias de Adrián, gran poeta chileno)

Pensar en poesía y negarlo
morderse hasta las cutículas
con un nudo en la guata
que me ata tenue a la vida.

            He inventariado cada uno de los huesos
y las gotas de sangre que la sujetan a la carne
donde las palabras se vuelven cosas
se hacen cada vez más temibles
emparejadas con sus sombras
donde las cosas se vuelven palabras
y se encapsulan al recibir un nombre.

            Tanto a los poetas y a los vivos
el horizonte les resulta otra oportunidad
que augura el fin del dolor
quizás la pérdida de los nervios
por donde ya no entra el mundo. 

            El cielo de esta tarde cae sobre
un mirador con vista a Procida
aquí es donde las nubes me dijeron
qué debía poner por escrito
el testamento breve
de una estrella que se desvaneció.

            Al escribir poemas envejece mi futuro
y lo veo en cada borradura
ríos de tiempo que se mezclarán
con la tinta petrificada de un cadáver
antes rebosante en fluidos coloridos
vivos, húmedos, progenitores potenciales
para que un pedacito de ácido desoxirribonucleico
continúe los latidos del corazón
que acaba en una tumba con vista al mar.

            Nunca entrar al cielo
es el primer y último mandamiento
hoy preferiría no haberme encontrado 
sembrando polillas en un huerto de escarabajos.

            El viento esta noche tiene sonido de sismo
confunde mis sentidos
los descoloca para que sigan escribiendo
asociándose con los agujeros
que mis ojos serán
cuando mi palabra sea solo sonido.

            No hay más botellas al mar esta noche
se acabó la fiesta para el lenguaje
y el escribano procede a puntear 
en sentido estricto:
seguir, apartar, suspender
como las líneas de la palma de mi mano
entre una carretera y otra
entre un océano que me separa del pasado
para recordar que la expedición
puede ser solo un viaje de ida.

            El viento amaina a medida que avanzo
y creo que no hay suficientes escombros
en la historia humana
para decir que ha sido bello
lo que ha caído con lentitud y decoro
guerras desatadas por la traición
y genitales que se palparon
los unos a los otros
hasta la explosión.

            En la poesía la personalidad se reclina
y se muestra desinhibida
como un aedo pasa la tradición
a los cazadores, vigilantes, artesanos
cada tarde se esperó oír cómo seguía
la hazaña de los antepasados
de cómo estuvieron aquí
por qué y para qué.
La soledad vive en la palabra soledad
y en el olvido de una historia colectiva
mi situación es irregular al escribir este poema
sin papeles voy pasando de un ojal al otro
como de una galaxia a otra
y emergiendo en un instante fútil
para comparecer ante la química de mis afectos.

            Me dejé llevar por otra escritura
para que la mía no tuviera fin
hay una edad dorada que sueño
no está perdida sino aún no es vívida
mis palabras serán las de alguien más
y mis desvelos la pacificación de mi cólera.

            El rollo de este poema está por arribar
a una latitud bañada por las olas del Mediterráneo
que vibran como esas tardes soldadas al paraíso
como las canciones que mejor nos conocen
y la historia bailada en cada noche de luciérnagas.

            Mis pensamientos arden y su caos
talla la constelación de tu voz
para desmantelar la distancia
entre una oreja y una lengua
hoy habrá fuegos artificiales en tu honor
mañana serás una escultura de cenizas
y un deseo que aloja en este poema.

Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990) ha publicado, entre otros, el objeto de reacción literaria Escombrario (2019), la antología impersonal Tipos de triángulos (2020), el tratado lírico De la naturaleza afectiva de la forma (2020), el libro de poesía Metaliteratura & Co. (2021) y traducciones de poesía en la mediateca La comparecencia infinita. Coordina el laboratorio de publicaciones Astronómica. Su blog personal es La costura del propio códex

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