Ensayos

¿Dónde están las mujeres? Judith Vizcarra

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La cara bis. Judith Vizcarra, 2009

Las mujeres hemos aprendido a convivir en un entorno hostil por nuestra condición.

Hemos estado educadas en la percepción de una sola mirada, en un mundo androcéntrico donde las funciones de las mujeres, y su ser, están en segundo término.

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Segona serie bis. Judith Vizcarra, 2009

 

Probablemente en otras culturas lejanas donde se practicaba el culto a las diosas, las mujeres eran veneradas por todo su potencial y por el privilegio de sus funciones creadoras, adoradas y valoradas por el poder de generar vida.

Todas las aportaciones que las mujeres han ido generando dentro del mundo de la cultura, las artes y la ciencia en el transcurso de los siglos se han ido obviando, anulando. El vacío es infinito, triste, es la evidencia más absoluta de una conspiración premeditada y que curiosamente ha encontrado consenso en todas las culturas.

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Llàgrima-sang. Judith Vizcarra, 2009

El resultado es que somos huérfanas de referentes femeninos potentes.

La mujer es el resultado de diferentes culturas castradoras. Lejos de creer en las percepciones absurdas de que nuestra naturaleza es perfecta, pero sí con el criterio autocrítico suficiente para comprender que nuestra auténtica naturaleza aun no ha resurgido de nuestro interior.

Nos hemos creído un papel que se nos ha dado de generación en generación, ni tan solo hemos tenido la opción de escoger por donde nos orientábamos.

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Francis Bacon. Judith Vizcarra, 2009

Nuestras lágrimas de sangre lloran por la identidad confundida, desaparecida y perdida.

Todavía no hemos visualizado nuestro rostro, el ser profundo que llevamos dentro, el que vela por la verdadera mujer. Un rostro único, para cada una de nosotras, sin influencias de como los demás quieren que seamos y actuemos.

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Francis Bacon bis. Judith Vizcarra, 2009

Debemos desprendernos de lo superfluo, de lo que se ha generado como hiriente naturalidad. El desenmascaramiento es lento, profundo y doloroso.

Ensayaremos lenguajes diferentes, más directos y claros cuando se haga referencia a nuestro cuerpo. La mujer ha de dejar de ser, en primer lugar, la representación de su cuerpo.

Ninguna religión ha reconocido a las mujeres como individuos libres y con plenos derechos.

El cuerpo de una mujer solo le pertenece a ella misma, es la lección que tienen que prácticar con más persistencia las mujeres del futuro.

Ni estados con sus políticas oportunistas, ni religiones nos van a robar aquello que nos és legítimo.

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A Francis Bacon. Judith Vizcarra, 2009

Debemos huir de actitudes proteccionistas hacia nosotras. Así, de una vez, dejaremos de ser tratadas como eternas menores.

La reconstrucción de una mujer que existe latente que quiere aflorar, que vive encerrada en cada una de nosotras.

Posiblemente, tendríamos una percepción de nuestro cuerpo muy diferente. Cada acontecimiento y cada cambio que se originara en nuestro cuerpo tendría que ser celebrado con alegría, con la naturalidad de un cambio físico, emocional y espiritual.

La transformación que se genera en nosotras fluye cada mes, con nuestra sangre, la sangre de las mujeres. Pero no como un castigo, sino como un privilegio, como síntoma de alegría, el más íntimo para renovarnos siempre.

¿Dónde están las mujeres?

Como seríamos…, si hubiésemos sido?

 

Judith Vizcarra, marzo 2009




 

 

 

 

 

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