Poemas de Bruno Montané
ARS SILENTIUM
Hablamos contra el tiempo,

contra la idea del mal
que nos aleja de lo que somos;
aquello que somos sin saberlo.
Caminamos rodeados de un extraño ruido
y escuchamos los designios de nuestra mala letra.
Rodeamos el ansia de las mañanas,
el contorno del silencio, el arte de aquello
que sólo se aprende poco a poco,
la habilidad o el don de quienes buscan
el futuro y lo imperceptible, el arte lábil
y autoinducido, el arte autoorganizado,
la artesanía vívida y cursi de las horas,
la fluidez del aliento y el silencio,
las voces de la especie sutilmente repetidas
en nuestro dulce y asordinado sueño sin fin.
El silencioso sueño del gesto que disimula
su final en el arquetípico compás de las horas,
o su verdadero latido en la belleza de tu rostro.
MEGÁFONO DE SANGRE
A gritos, con o sin megáfono,
al filo del día o en la fina orilla
de las horas que se deslizan suaves
o estrepitosas compartiendo el sueño
de lo que aún no estamos dispuestos a ser.
A gritos a pleno sol y con las manos en flor,
a gritos en la boquilla del ojo de la cerradura,
a gritos en la canción que respira
y luego al fin se acaba.
Llenos de palabras en el cieno
y en la línea dorada de la tarde.
El megáfono secreto de la sangre,
la vieja luz de la palabra del día,
la pureza de la idea de lo imposible,
el perpetuo oxímoron del presente,
la hermosa idea del futuro
y su inacabable melodía.
COLECCIÓN NEGRA
Pensemos en la memoria y sus vibraciones.
Melancolía o lucidez de lo vivido
que de pronto regresa para probar
el equilibrio entre la calma y el pánico
por lo que hicimos, fuimos o debimos ser
en el instante más bello y necesario,
puesto que la necesidad es la más voraz de las voces.
La necesidad y la lucidez,
esplendentes en el hueco de las auroras
que los viejos versos nos permiten recordar.
Memoria cromática y encendida
en el centro de gravedad de nuestra
más necesaria y respirada luz.
Tiempo de reunir esas evidencias
no recordadas, esos pliegues del temblor del día,
los repetidos y, sin embargo, olvidados versos,
ocultos en el dolor y el balbuceo,
incapaces de enumerar la fluidez de las horas,
a pesar de que hace muy poco podíamos recordar
viejas mañanas y gestos que desde su centro,
magníficamente contados,
parecían explicarlo todo.
TEORÍA DE LA FRAGILIDAD
Planteamiento inequívoco de lo leve,
flexible recurso de la natural luz
que adquiere la más suave velocidad.
Ser lo más frágil es resistir,
ser la anotación perdida
y la aparición carnal
del tiempo inequívoco. Practicar
la sabia deriva de la bella inducción,
cuando ser leve y frágil es la mejor prueba
de lo que dura, empecinado y, al fin,
permanece más allá de la sal,
la noche y el silencio.
UNA BELLEZA OCULTA
Atrapamos la respiración del tiempo
y se ilumina el centro de la pregunta.
Imprecisa pero enérgica curva
que desciende por el ojo del huracán.
Las líneas del poema esbozan
una exacta estratigrafía y las huellas
desprenden un aroma gestual
de una entereza casi inextinguible.
El tiempo se exhala a sí mismo y nosotros,
ateridos, vivimos junto al pozo
de nuestra más sudada luz.
Respiramos el latido que se acaba,
caminamos en el centro del tiempo que,
sordo e inabarcable, brota de sí mismo
sin dejar de hacer preguntas,
mientras anuncia, una y otra vez,
el agujero dejado por las palabras,
el sentido de la belleza más oculta.