LIBRERIAS SESSION. Un almuerzo desnudo con las letras. Aldo Alcota
«Me he pasado la vida leyendo libros, contemplándolos, describiéndolos. Después comercié con ellos. Y hoy los fabrico»
(Epitafio de Pierre Berès. Extraído de Biblofrenia, escrito por Joaquín Rodríguez)
Las librerías son refugios frente a la cruda realidad. En ellas hay cientos de libros, muchos son puertas que se abren para viajar en el tiempo y conocer personajes de todas las épocas, guardianes de ideas, sueños, frustraciones, nostalgias, alucinaciones, algunos más allá del bien y del mal. En cada estantería un Oscar Wilde, una Joyce Mansour, un Catulo, un Rimbaud esperan ser escogidos por un lector y sellar un pacto entre ambos que puede durar toda una vida. La complicidad, a veces enfermiza, con una librería y sus libros es un acto que se da a diario en diversas ciudades del mundo, de Santiago de Chile a Nueva York, de París a Tel Aviv, de Praga a Tánger. Es un hecho del conocimiento, una luz que se enciende como un dorado néctar.
Cuando alguien ingresa a una librería es arrastrado por un huracán de autores, títulos y palabras. Allí están Leopold Bloom, Cocuyo, Trelkovsky, Limónov, a la espera de ser despertados. En su texto Librerías, Jorge Carrión comenta: «La historia de las librerías es muy diferente a la historia de las bibliotecas. Aquéllas carecen de continuidad y de apoyo institucional». El día a día es una deriva acompañada de reconocimiento y sinsabores. En España y en Valencia han desaparecido muchas. ¿Cadaverización de la cultura? Sin estos espacios, y sin hábitos de lectura, una sociedad corre el peligro de caerse a pedazos y de convertirse en residuos que serán devorados por la barbarie.
Cuánto misterio hay, por ejemplo, en las librería de ocasión. Cuántos poetas y escritores olvidados, y cuántas páginas publicadas hace décadas, de color amarillo, con aroma a madera mojada y vainilla, hojas con un perfume antiguo que nos transportan a una dimensión poblada por dioses, pájaros con dientes, noches amenizadas por violines o pirámides perdidas en el desierto de los pensadores errantes.
Cada librería tiene un librero o una librera, recipiente de anécdotas que avivan la llama del lugar. Ellos dejan que cada visitante se pierda por los rincones de su guarida. Es bueno insistir en la librería como refugio ante la excesiva lluvia de estupidez. Al igual que una biblioteca, un bar, una catedral, un café, un museo, una cueva, la librería es un espacio de escape ante tanta desolación de un «no hay futuro».
La revista Canibaal ha querido dedicar un dosier al universo libresco y tomar el pulso de lo que acontece hoy con respecto a este fenómeno cultural de incierto destino. Dure lo que dure, es importante recordar esos momentos de alegría y de gozo que nos dan. Hay que aprovecharlas cuando existen, darse una vuelta por sus atmósferas mágicas, mimetizarse en sus saberes. Para miles de lectores, estos territorios son toda una fiesta, equiparable a la dicha de un bañista cuando su piel es mojada por el inmenso mar. Las librerías bañan nuestros sentidos. Que sean declaradas patrimonio imprescindible.
LIBRERÍA DEL ERMITAÑO, México D.F. Pilar Flores
–¿Qué libros cuentan las historia de tu librería?
Si bien es difícil elegir alguno específico, los libros que mejor cuentan la historia de nuestra librería son quizá los que conforman la serie Quehacer Editorial, donde infinidad de editores, autores y académicos han reflexionado a lo largo de quince años acerca del libro y la lectura en esta época de transición. Esta reflexión continua ha perfilado el carácter de nuestro proyecto de librería de barrio que va a contracorriente de lo que ocurre en la industria editorial y en el tan golpeado sector librero en el mundo y en nuestro país. Independientemente de eso, cada miembro del equipo tiene sus libros favoritos y la librería, la esencia de cada uno de nosotros y de sus visitantes, que son los vecinos de San Pedro de los Pinos. Como la vida, nuestra librería se va construyendo día a día con las historias de todos los que la habitan a ratos y de los lectores. Tenemos colecciones para todos los gustos: literatura erótica, holandesa, coreana, poesía, cuento, novela, novela gráfica y sobre el quehacer editorial, además de catálogos de otras editoriales independientes. Más que libros, nos definen celebraciones, como el Día B, o día de la Bibliodiversidad, que celebraremos por segundo año consecutivo el 20 y 21 de septiembre y en el que realizaremos actividades para festejarlo, incluida la liberación de varios títulos.
–¿Qué escritores se refugian en ella? ¿Cuáles son sus huéspedes ilustres?
La Librería del Ermitaño nació como un foro donde, además de actividades culturales, se pudiera poner en exhibición el catálogo de Ediciones del Ermitaño, editorial independiente con 31 años de historia. La mayoría de los autores que han adoptado la librería como un segundo hogar son autores de la casa: desde reuniones con amigos, hasta presentaciones de libros y talleres; ellos saben que siempre tienen las puertas abiertas y vienen a ella para reflexionar sobre temas actuales rodeados de libros y café. Otra gran virtud del Ermitaño es que el espacio está abierto a cualquiera que desee realizar actividades culturales, por lo que hemos tenido la presencia de vecinos de la colonia que son escritores, uno incluso presentó su novela con la que ganó el Premio de Bellas Artes; es decir, se ha convertido en santuario para los libros y sus amantes.
–¿Cuál es el episodio (anécdota, visita, presentación, etc.) más interesante de la historia de esta librería?
Hemos tenido varios momentos interesantes, por lo que resulta difícil escoger uno. El más reciente ha sido la celebración por nuestro primer aniversario el pasado 29 de agosto, a la que acudieron vecinos, amigos, autores y amantes del libro y la cultura en general. Un año se dice fácil, pero lograrlo ha sido el fruto de nada más que trabajo constante; nos visitaron alrededor de 300 personas, muchas de las cuales ya se habían acercado para ofrecer o disfrutar de alguna de las actividades que ya habíamos tenido durante el año. El festejo estuvo rodeado por un halo de alegría y solidaridad: tuvimos un bazar de encuadernadores artesanales, venta de artesanías, teatro para niños y adultos, lecturas de autores como Saúl Ibargoyen, Arón Gilbert, Alberto Chimal y Raquel Castro, números musicales de trova, flamenco y música tradicional mexicana y, por supuesto, libros, muchos libros.
LIBRERÍA ETERNA CADENCIA, Buenos Aires. Pablo Braun
–¿Qué libros cuentan las historia de tu librería?
Son aquellos que más nos gustan, y que vendemos por placer y vicio. Cualquiera de Levrero, Opendoor de Havilio, Glaxo de Ronsino, y cualquiera de todas las editoriales independientes que nos gustan, de acá, de Latinoamérica y de España.
–¿Qué escritores se refugian en ella? ¿Cuáles son sus huéspedes ilustres?
Vienen muchos escritores, aunque Martín Kohan podríamos decir que forma parte de nuestra vida. Viene casi todos los días. Y por supuesto, todos los buenos escritores, muertos y vivos, tienen y tendrán un lugar asegurado en nuestras estanterías. Siempre.
–¿Cuál es el episodio (anécdota, visita, presentación, etc.) más interesante de la historia de esta librería?
Nunca podremos olvidar el día que John Coetzee leyó para 30 personas en el bar de la librería, a puertas cerradas. En la primera fila, escuchaba atentísimo, un tal Paul Auster.
LIBRERÍA INESTABLE, Lima. Carlos Carnero
–¿Qué libro(s) cuentan la historia de tu librería?
Un libro que me gustaría represente Librería Inestable es La canción de las figuras del poeta peruano José María Eguren. La vida de una librería me resulta algo extraña todavía, me levanto en la mañana y pienso «tengo una librería misteriosa». Según la teoría del mercado esta librería no debería existir.
No sé cuánto dure, pero me gustaría que en un futuro cuando yo u otra persona la recuerde, le quede la sensación de haber presenciado la escena de un poema simbolista, como quien no puede escuchar bien un secreto y solo lo mira disiparse en la música, y en algún punto lo reconoce y lo modifica.
–¿Qué escritores se refugian en ella? ¿Cuáles son tus huéspedes ilustres?
No puedo responder esta pregunta, pues el mundo de los poetas es potente y no pronunciar un nombre a veces hiere. Les menciono algunos que pasaron esta semana y que deberían buscar leer: Carmen Ollé, Mario Montalbetti, Rafael Espinosa, José Carlos Yrigoyen, Victoria Guerrero, Jerónimo Pimentel, Emilio Lafferranderie, Magdalena Chocano, Rodrigo Quijano. También hablé por teléfono con Enrique Verástegui, no sale mucho, y con Jorge Pimentel hace un rato, ambos del grupo Hora Zero, todos vienen de vez en cuando.
–¿Cuál es el episodio (anécdota, visita, presentación, etc.) más interesante de la historia de esta librería?
La primera presentación fue una lectura (muestra oral) de Reynaldo Jiménez, poeta y editor de la revista y el sello Tsé Tsé, con esta se inauguró el local de la librería (2011). Reynaldo estuvo alojado cerca a la librería esos días y nos vimos seguido. Creo que si la librería fuese una persona, sería una buena, mejor cada día solo por prestar atención a la gente valiosa que pasa por ella. Rafael Espinosa es un buen amigo de la librería, tengo buenos recuerdos cuando la visita y empezamos a hablar de poesía, como si esta fuese un mecanismo que buscamos desentrañar. No son anécdotas en sí, pero la librería es también una suma de pequeños eventos que le dan una dirección y una posición, y que van configurando lo importante.
LIBRERÍA McNALLY JACKSON, Nueva York. Javier Molea
–¿Qué libros cuentan las historia de tu librería?
Creo que son las editoriales, ya que aquí han surgido de cuatro sellos independientes (en español). En Nueva York: DíazGrey Editores, Brutas Editoras, Pen Press y Sudaquia Editorial; todas imprimen y/o hacen los lanzamientos en la librería.
Lo más importante sucede este año cuando lanzamos el tercer año de la Universidad Desconocida y el portal Indiespanish.
–¿Qué escritores se refugian en ella? ¿Cuáles son sus huéspedes ilustres?
Ilustres son todos, los conocidos y los desconocidos [risas]. Desde que empezamos en el 2004, hemos mantenido un balance de escritores consagrados de Vila-Matas, Molloy, Chejfec, Meruane, Lago, Valenzuela a jóvenes escritores/as que presentan su primer libro.
– ¿Cuál es el episodio (anécdota, visita, presentación, etc.) más interesante de la historia de esta librería?
Quizá lo más importante fue en el 2013 la presentación de Enrique Vila-Matas y Sylvia Molloy: fue el evento más grande del año: 150 personas, y además presentando un libro impreso en la librería. Hay que tener en cuentas que fue un evento en español en la librería emblemática para la industria editorial americana.
Otro episodio importante fuel casamiento de dos escritores en la librería: Martina Broner y Francisco Díaz Klassen y cuando presentamos la banda de Brooklyn Consumata Sonidera… mucha cumbia punk.
LIBRERÍA FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, Bogotá. Marco González
–¿Qué libros cuentan las historia de tu librería?
La Librería Fondo de Cultura Económica es un lugar que invita a quedarse y disfrutar de la diversidad bibliográfica que ofrece. La programación cultural y académica es parte primordial de nuestra labor librera. Está compuesta por las secciones de Literatura, Niños y Jóvenes, Ciencias Sociales, Arte y Arquitectura, Derecho, Comunicaciones, Gastronomía y Cocina. Además, contamos con una nutrida área de novedades e importaciones exclusivas de libros en español.
Gabriel García Márquez da nombre al centro cultural que nos alberga. La obra del Nobel colombiano está entre los libros más solicitados por nuestros visitantes. Sin lugar a dudas, Gabo es un fuerte lazo cultural entre México y Colombia.
Las ediciones del Fondo de Cultura Económica son muy importantes a la hora de contar la historia de la librería: Amanecer en el valle del Sinú, de Raúl Gómez Jattin, El Río, de Wade Davis, Cuentos completos, de Miguel Donoso Pareja y la Antología de León de Greiff dan buena cuenta de la diversidad de públicos que atendemos.
–¿Qué escritores se refugian en ella? ¿Cuáles son sus huéspedes ilustres?
Nuestros visitantes usuales son escritores, editores, poetas y demás actores del mundo de la cultura: Juan Manuel Roca, Julio Paredes, Miguel Torres, Sandro Romero Rey, Hugo Chaparro Valderrama, Federico Díaz-Granados, Nahum Montt, Darío Jaramillo Agudelo, entre otros.
–¿Cuál es el episodio (anécdota, visita, presentación, etc.) más interesante de la historia de esta librería?
Las visitas más destacadas han sido las de Carlos Fuentes, Juan Villoro, Alberto Ruy Sánchez, Ignacio Padilla, Cristina Rivera Garza, Alberto Manguel y las de los premios Nobel Herta Müller y J. M. Coetzee. La presentación del escritor colombiano Carlos Gaviria Díaz sobre el libro Mito o logos. Hacia la república de Platón es una de las más memorables.
LIBRERÍA BAJO LOS HIELOS, Santiago de Chile. Sergio Fritz
–¿Qué libro(s) cuentan la historia de tu librería?
Pienso que de alguna forma los libros de hazañas y aventuras, al estilo de Moby Dick; pues tener una librería hoy es un trabajo arduo, de continuo batallar contra la ignorancia, la comodidad y el materialismo, representada en este caso por la ballena blanca; siendo mi librería el «Pequod»: y yo, de alguna forma, ese loco místico de Ahab, quien contra viento y marea se enfrenta contra ese gigante albo.
–¿Qué escritores se refugian en ella? ¿Cuáles son tus huéspedes ilustres?
Hay varios. Pero en general, se trata de personas más bien reservadas, de poetas y escritores interesados en la poesía, en la simbología, la alquimia. Han participado en nuestras juntas Cristián Arregui, Luciano-Anuarí, Antonio Gil, el fallecido escritor mexicano José Luis Ontiveros, etc. Pienso que toda persona que cruza el umbral de nuestro local es un huésped ilustre; pues demuestra su deseo de saber y compartir.
–¿Cuál es el episodio (anécdota, visita, presentación, etc.) más interesante de la historia de esta librería?
Habría varios. Pero en general se trata de situaciones más bien simples pero agradables. A fin de difundir la cultura y especialmente las letras, a veces, a pesar que el local es pequeño se realizan charlas. Suele venir más gente de la capacidad de nuestra librería, y a veces las personas de la galería piensan que damos discursos políticos, somos una secta o cosas por el estilo. Como yo también soy escritor se genera algo bien directo en el trato con los clientes, y no es raro que se dé amistad entre dos clientes que miraban libros.