Enemigo originario. Por Alejandra Maricel López
ENEMIGO ORIGINARIO: el migrante según Víctor Hugo Viscarra
No sé si he caminado mucho y tampoco sé si he caminado poco.
Mi lento caminar me ha traído hasta el portal del templo de San Francisco,
y a manera de desentumecer mis huesos,
golpeo desesperadamente su enorme portón,
con la efímera esperanza de que sea aquel humilde carpintero de Nazareth
quien me abra la puerta y cubra mi cuerpo con su manto purpureo.
Un sordo eco me responde (…)
porque en noches friolentas como esta,
hasta los ángeles duermen plácidamente al candor de sus nubes térmicas.
Migrar y Progresar
No podemos hablar de migración sin nombrar a una de las obras más icónicas, la de El zorro de arriba y el zorro de abajo de José M. Arguedas Este fenómeno es visto como una necesidad que lleva al hombre de la zona andina, principalmente, a buscar el progreso en la costa o las urbes de la capital. Y específicamente en la novela, la búsqueda del progreso en Chimbote. Si bien es cierto que no todos van a lograr ese progresar en una sociedad tan injusta donde los dominadores del capital exprimen al pueblo, hay individuos como Don Esteban que lo logran. Y este personaje, que es un representante modelo de los migrantes, logra su progreso por la fortuna combinada de la suerte y de su esfuerzo. Entonces, aquí vemos que se ha operado una transformación en él, que de ser un vendedor informal ha pasado a la formalidad de un negocio más rentable. Este es el ejemplo de progreso que buscaba Arguedas para la comunidad andina. Pero esto sería una utopía porque la realidad peruana era muy compleja y sus ideales chocaban contra el muro de las oposiciones tensivas.
El escritor esbozó una obra cuya temática, como la migración, tiene mucha actualidad. Si la novela nos presenta un fenómeno de los años sesenta, éstos continuaron en la década de los años setenta, luego en los ochenta y noventa. Incluso, ahora, en pleno siglo XXI, el problema de la migración es algo que los gobiernos sucesivos no han podido resolver. Entonces, si la migración es un problema, y ésta se sigue dando en la actualidad tela para cortar, tenemos que admitir de que los nuevos migrantes de ahora, chocan también con las oposiciones antagónicas de los opuestos: el de arriba y el de abajo, el costeño y el serrano, el hispano hablante y el quechua hablante, el alienado y el auténtico, de riqueza y pobreza, de dominadores y de dominados, de la mente occidental y la mente indígena.
Es allí donde el escritor paceño Víctor Hugo Viscarra entra en juego, con relatos que afirman que el migrante indígena y pese a todo no ha cambiado su situación en la ciudad, sino que, por el contrario, ésta se hace mucho más miserable y perdida.
El “antiurbano” y la” anticiudad”
La antropóloga Margarita Nolasco [1]ha encontrado en la temática de las migraciones, que aunque los grupos indígenas han tenido que unirse a los flujos y corrientes migratorias nacionales e internacionales, siguen conservando su identidad, basada en la lengua y en la lealtad a su lugar de origen. La organización comunitaria y la “comunalidad” constituyen un referente de identidad, tanto para los que se quedan como para los que migran. En estos procesos -afirma Nolasco-, la migración indígena enfrenta en la actualidad un nuevo referente clasificatorio, sobre todo cuando se trata de la migración en las fronteras. En general, advirtió que la integridad nacional exige mayor atención en las fronteras, extremos del país en lo geográfico, en lo social y económico.
Si nos contextualizamos para analizar los relatos de Viscarra, veremos que El Alto de La Paz en Bolivia se ha ido constituyendo una ciudad aymará. Abajo entre los cerros está la vieja ciudad mestiza. Más abajo en Obrajes, la ciudad blanco criolla. Arriba, por eso se llama El Alto, sobre los cuatro mil metros de altura, posiblemente una de las ciudades más altas del mundo, se levanta y crece cada día más, una ciudad de indígenas. Es fácil viajar del campo a la ciudad y volver al campo en una noche. Hay transportes que van y vienen sin parar. Ya no es la migración de hace treinta o cuarenta años atrás, en que el campesinado se iba a la ciudad, lloraba al dejar a sus padres en el rancho y pensaba en no volver nunca más. Hoy es una migración de ida y vuelta, con casa en la comunidad y en la ciudad, con actividades productivas y con actividades comerciales urbanas, con empleos urbanos si es posible. Los jóvenes, por su parte, estudian, vuelven al campo a sus trabajos, con eso pagan sus estudios y así se rompen las fronteras que separan lo rural de lo urbano. En el Alto se habla el Aymará de la Paz:
(…) la Rafaela había venido bien joven a La Paz, ha estudiar según ella. Nacida en una comunidad aymara, ella se jactaba de su lengua y de su estirpe, pero acá aunque vayas y vengas, el cielo y la noche te terminan atrapando, y asi fue, la Rafaela una noche no volvió más a su rancho y a su aymara (…) (Viscarra, Victor:Relatos del Víctor Hugo, pp 74)
Asimismo, el Alto ha jugado un papel central en el Movimiento Político Indígena Boliviano de los últimos años. Allí se han producido las mayores movilizaciones que han llevado a varios gobernantes a deponer su puesto.
Los indígenas llevan sus culturas a las ciudades y las reinterpretan, pero no sólo desde la “cultura urbana” sino también desde lo cosmopolita que cada ciudad puede tener. Ya no es la cultura campesina de las comunidades. Se ha transformado en otra cosa, una cruza híbrida de culturas y tradiciones:
El Jackson Five nació para la música. Desde el vientre materno ya se movía al compás de las canciones que tarareaba su madre (,,,) Una de las particularidades que lo distinguían sobre los demás grones, era su bien acicalado peinado afro, laberínticamente ensortijado,(…) y que tantas envidias y recelos inspiraban entre sus hermanos de raza (…) Él bailaba su danza, que no entendíamos si era candombe, ubanda o sepa Dios qué extraños compases, al ritmo de los pasos de aquel otro negro de los Jackson Five y las morenadas (…) (Viscarra Victor: Avisos Necrológicos, pp 96-97)
La reinterpretación de las culturas rurales en las ciudades es un asunto complejo de entender, ya que no se trata de que no hay integración a la vida urbana. La sobrevivencia conduce rápidamente a integrarse a los trabajos, a la forma de ser y a las costumbres y hábitos de la ciudad. Pero ello no obliga a perder la cultura de la comunidad. Esta se reconstruye como un «segundo texto”, subrepticio que es el que otorga sentido a la acción. La vida en la ciudad sería insoportable si no existiese ese sentido de las cosas otorgado por la cultura tradicional reinterpretada:
(…) Con manos expertas aprisiona las cajas, y tras darle la espalda, coloca ambos extremos de la pita sobre sus hombros. Prestamente anuda alrededor de los mismos el envoltorio y sus espaldas se abren para recibir el peso de los tomates. Su cuerpo se incorpora encorvado, y comienza a caminar sin mirar de frente (…) baja las cajas, recibe el dinero y aprieta su amuleto en el bolsillo junto con los billetes arrugados, Mama Quilla se acordó de él (…) (Viscarra, Victor: Avisos Necrológicos, pp 56)
Pareciera haber una suerte de “acostumbramiento” a esta aparente fusión entre campo y ciudad, el indio es ahora un elemento recurrente pero no por ello menos dramático, Viscarra nos ofrece un panorama desolador conjuntamente con la migración y un planteo diferente de estos nuevos actores sociales- Quienes emigran de sus comunidades no siempre (por no decir nunca) superan la línea de la pobreza, y quienes llegan a las ciudades conforman nuevos grupos que sobreviven la ciudad con la prostitución, la mendicidad o la delincuencia:
(…) cuando más maternal se sentía, a sabiendas de que la vida la había castigado con una esterilidad eterna, por las noches, protegida por las sombras impenetrables, se recostaba sobre el piso de algún callejón camuflado, para recibir dentro de su vientre insatisfecho, el peso de los galanes que buscan inútilmente por el sendero de sus intimidades (…) (Viscarra, Víctor: Relatos del Víctor Hugo, pp 74)
La vida urbana se caracteriza por el anonimato y la exclusión. Los miserables de Viscarra están bajo el mismo techo, sin importar su procedencia. Son grupos de personas que se retraen a la ciudadanía común y que adhieren a fundamentos diferenciados sobre los que establecen su propia identidad: son los “indios antiurbanos, y la “anticiudad” es el lugar por donde no se puede transitar con libertad, el lugar vedado para unos y permitido para otros. Allí se protege una nueva identidad ajena a la común identidad urbana. Los indígenas están reproduciendo la segmentación cultural en la ciudad:
Y es que el képiries el mismo hombre que hace más de tres décadas ha llegado del campo a la ciudad (de donde más iba a llegar), y ante el rechazo que recibió tanto de los pobladores como de la misma ciudad decidió quedarse a vivir en ella, aunque tenga que ser tratado como una visita indeseable.
Sí, se quedó, con la férrea decisión de que, si la urbe no quería encargarse de él, él se encargaría de cargarla a ella, aunque le digan aparapita, cargador, tata, choy, chuy, o en el mejor de los casos Képiri, que, me imagino, en aymara debe significar alguna cosa
En esta ciudad en la que se cruzan, se transforman e intentan sobrevivir; en este lugar del que se apropiaron sin que llegue a ser totalmente suyo, el originario trabaja, lucha, pero aún parece estar a medio camino:
Nuevamente bebió de su botella, y mientras sentía que el frío le estaba abandonando y el calor retornaba a su cuerpo, mandó a cierta parte el triste recuerdo que aún persistía en recordarle que él ya no era un hombre sino tan solo un képiri. Volviendo a beber de la botella, una lluvia pasajera, de esas lluvias que llegan para mojar más de la cuenta, limpió las lágrimas que a torrente le brotaban (…) De esta manera podía sentirse más realizado, tanto de manera humana, como sub-humana a la que- por su condición infra no sé qué, estaba reducido-, hasta pensaba que así nomás tenían que ser las cosas… (Viscarra, Víctor: Avisos Necrológicos, pp 64- 65)
El indígena en situación de calle es un doble enemigo, un doble nadie, un desconocido que ha tomado lo peor de ambas culturas y las ha cruzado y transformado en algo que sólo él comprende, pero que parece no alcanzar:
(…) sólo le quedó algo parecido al desconsuelo, desconsuelo que ni dos botellas de alcohol le iban a quitar, porque ahora le faltaban muchas cosas: su pueblo, la Encarna, sus ovejas, sus burros, su campo, sus hijas, y más que todo su saco. Y él sabía muy bien que nunca los volvería a recobrar (…) tan sólo una tenue visión de su pueblo se reflejaba en ellos, como despedida del mundo que no lo había adoptado, y en el cual tan sólo había sido esa cosa que llaman, ¿cómo es?, ¡ah, sí! … Képiri. (Viscarra, Victor: Avisos Necrológicos, pp 64- 65)
Ama llulla, ama quella y ama shwa[2]
Entendemos que Viscarra plantea una intensa situación de subordinación y vulnerabilidad. Esto debido a la interseccionalidad de clase/etnia/género y formas de discriminación que coinciden encontrándose así sometidos sus personajes a un sistema complejo de estructuras de opresión que son múltiples y simultáneas.
El enemigo de los originarios ya no es el español, el criollo, el mestizo o España, porque ya no viven entre nosotros. Ahora no sólo debe enfrentar a nuevos enemigos nacionales sino también al extranjero. El enemigo extranjero no sólo de los indígenas sino de la humanidad y de la misma naturaleza es el sistema capital, promovido por el imperialismo norteamericano, por los países europeos y el Japón, que impone un mundo de vida inhumano mediante el mercado de consumo y los medios de comunicación.
Un enemigo nacional es la mentalidad colonial, que está fuertemente ligada a prácticas y estructuras de poder, que aún perviven en las instituciones del Estado, como en la educación, en la administración de la justicia y en la religión cristiana, entre otros, que es apropiada y reproducida por los propios indígenas.
Ante estas nuevas cuestiones y nuevos retos de la globalización y la tecnificación, la identidad cultural juega un papel muy importante en el desarrollo de los pueblos, hombres conscientes de su raíz tendrán también metas claras sobre el papel que tienen que cumplir frente a los nuevos retos de la sociedad, ya que la meta final, con migración o sin migración, es buscar un desarrollo sustentable.
Un pueblo sin su identidad es como una planta sin raíz, y necesitamos auténticos indígenas, ricos en su cultura en cualquier parte del mundo y que la migración sea solamente una de las tantas formas de trabajo que posibilite siempre volver al corazón del pueblo y su riqueza invaluable.
Bibliografía
Arguedas, José María: El zorro de arriba y el zorro de abajo. Losada: Bs. As. 2011.
Viscarra, Víctor Hugo: Avisos Necrológicos. Correveidile: La Paz. 2005.
Viscarra, Víctor Hugo: Relatos de Víctor Hugo. Tercera Piel: La Paz. 2005.
Páginas Web
Castilla, Martín: “Concepciones de la alteridad social en el indigenismo peruano de los años veinte”.Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.353/te.353.pdf. Consultado el 09/12/2014.
Guha Ranajit: “La prosa de la contrainsurgencia”. Universidad Nacional de Australia. En http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Mexico/ceaa-colmex/20100410113135/guha.pdf. Consultado el 23/08/2012.
Valencia Rojas, Alberto Javier: “Migración indígena, etnicidad y multiculturalidad: el referente actual de los pueblos indígenas”. En http://www.nacionmulticultural.unam.mx/Portal/Central/EDITORIAL/pdfs/090403_MARGARITAnolasco.pdf. Visitado el 11/12/2014.
[1]En Valencia Rojas, Alberto Javier: “Migración indígena, etnicidad y multiculturalidad: el referente actual de los pueblos indígenas”.
[2]No seas mentiroso. No seas ladón. No seas haragán.
Alejandra Maricel López. Pertenencia académica: Universidad Nacional de Salta – Argentina
Estudiante avanzada de la carrera de Letras y becaria por el Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta ( UNSa – Argentina) , su carrera está orientada al estudio crítico de las literaturas hispanoamericanas en general y a la literatura boliviana en particular. Actualmente realiza su tesis de grado acerca del escritor paceño Víctor Hugo Viscarra.